martes, 6 de noviembre de 2007

El empleado del traje de tweed

Parado contra el vidrio de la puerta, el empleado ve pasar las oscuras vías de la línea B. Empuja y es empujado; calla, y observa un carterista haciendo su trabajo; vuelve a callar.

El traje de tweed le queda corto de mangas, y el pantalón está arrugado, a esta hora de la tarde. El attaché está lleno de papeles que no conoce, que nunca vió. Simplemente están ahi.

"Baja?" le pregunto; "bajo, si, bajo" responde, fastidioso, aburrido.

La estación lo ve salir con expresión somñolienta, ensimismada ¿Acaso se ha rbotizado?

¿La tecnología nos transformó en elementos de una ingeniería suprasocial que funciona al margen de nuestra conciencia, al costado de las fronteras de nuestro entendimiento? El empleado camina hacia la escalera y no sabe lo que está haciendo; no sabe cuánto tiempo hace que está haciéndolo, ni cuánto más durará.

Solo intuye, adivina, concede, que debe hacerlo. Y lo hace. Y lo hacemos ¿Y lo haremos?

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