miércoles, 17 de abril de 2013

Our crap

Vuelvo sobre la cuestión del anterior post, a propósito de una nota del Washington Post.

Se trata de Wonkbook, un blog que capitanea Ezra Klein, un analista político bastante conocido, que escribe además en Bloomberg cada tanto.

En su nota, Klein dice que habitualmente se piensa que para lograr algún fin en particular, los presidentes tienen que liderar la cuestión. O sea, el mandatario se tiene que poner al frente de la iniciativa. El éxito de uno y otra están, obviamente, emparentados.

Sin embargo, en la actual discusión sobre una nueva ley inmigratoria, Obama no está liderando, sino, más bien, apuntalando desde atrás el esfuerzo de 3 senadores, de los cuáles 2 (John McCain y Marco Rubio) son republicanos. O sea, opositores.

Cualquiera diría "Pero Obama, querido, le estás dando de morfar a un potencial candidato presidencial opositor!". Como si acá el oficialismo le diera aire a Ricardito Alfonsín, ponele.

Al respecto, traduzco literal un párrafo de la nota de Klein:

"El liderazgo presidencial es una fuerza polarizadora. El científico político Frances lee mostró que cuando los presidentes toman partido aún en cuestiones que no son controversiales, las posibilidades de una votación partidaria se disparan. Al hacer campaña por una idea, el presidente relaciona el éxito de la moción con el suyo propio. Dado que el éxito de un presidente influye en el éxito de su partido en las próximas elecciones, habitualmente significa la derrota del partido opositor. Por lo que el partido de la minoría, que obviamente no quiere perder, tiene pocos motivos para cooperar".


(N del T: ¿No les da un poco de escalofríos que en el párrafo anterior en ningún momento entre en juego que la idea a defender sea buena, positiva, importante?¿No debería ser ese un "motivo" para cooperar?)

Klein dice que el hecho de que Obama apuntale esfuerzos bipartidarios para lograr la ley inmigratoria le da incentivos a la oposición para apoyarla, dado que parte del rédito político (o sea, los potenciales votos) van para un presidenciable republicano, y al mismo tiempo le permite cumplir una promesa de campaña.

Estamos de acuerdo. Y tenemos algunas reflexiones que agregar:

 - Obama está poniendo la importancia de esta ley por encima de la prevalencia de su partido. Esto es tristemente excepcional.

 - No podemos sacarnos de la cabeza la idea de que los opositores (que en este caso son republicanos, pero podrían ser cualquier partido opositor en casi cualquier lado, incluyendo aquellos que hoy son gobierno) apoyan la idea porque les reditúa, y no porque la crean correcta. Los incentivos siguen siendo electorales.

Mientras los incentivos sigan siendo electorales, vamos a estar mal. Nos lo digo a nosotros, que somos los electores.


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