jueves, 19 de marzo de 2015

No entiendo

No iba a escribir nada. La verdad es que me parecía que no ameritaba. Pero sucedieron tres cosas que merecen la pena, creo, el siguiente comentario.


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Primero fue Del Sel

Desde aquí aclaramos que aborrecemos la candidatura de Miguel del Sel. No lo aborrecemos a él, personalmente. La verdad es que no lo conocemos. Pero no tenemos ni un poco de ganas de que sea Gobernador, ni Diputado, ni Senador, ni Concejero Escolar, ni nada.

Resulta que Del Sel puso un spot de campaña re canchero, en el que tira un par de frases que son poco felices para un pre candidato. Esas frases le valieron una denuncia en el INADI. A su vez, ante las críticas, Del Sel reaccionó diciendo que estaba tranquilo con su conciencia, y que había "mucho periodismo". Un tierno.

Recuerden: en la última votación, Del Sel salió 2do en Santa Fé, detrás del hoy gobernador, Antonio Bonfatti. Lo votaron más de 600 mil personas sobre un total de algo más de 2 millones.

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Después fue la Convención Radical. Resultó que la UCR decidió competir en internas con el PRO, y ungir a Ernesto Sanz como precandidato en esa elecciones. De esta manera, se sumaron al propio Macri y a Lila Carrió.

Esto genero reacciones exultantes por parte de los dirigentes radicales más tirados del centro hacia la derecha, y duras críticas por parte de aquellos tirados del centro a la izquierda. Fue ilustrativo un tuit del que no recuerdo el autor, que decía "los radicales son más parecidos a los peronistas de lo que están dispuestos a admitir", o algo así. Parafraseando al General, "radicales somos todos".

Todos entendieron que el objetivo final de la movida era una alianza, en la que Sanz fuese vice de Macri, o algo por el estilo. Avizoraban una Alianza reloaded, por decirlo así.

Claro, a nadie le gusta que le digan Alianza. Pero, sobre todo, a nadie le gusta que le condicionen el gobierno. Entonces desde el PRO salieron a marcar la cancha. "El que gana gobierna, el que pierde acompaña". Lo dijeron dirigentes del PRO, y lo refrendó Macri. Además, Carrió, afecta a dinamitar alianzas cuando el cemento todavía no tiró, les sacudió firme a ambos contrincantes.

En este contexto, a los radicales ganadores en la Convención les llovieron las críticas. “Macri entró en abierta contradicción con las palabras pronunciadas por el presidente de la UCR, Ernesto Sanz, para justificar una alianza con el PRO”, dijo Ricardito Alfonsín, entre otros.

Muchos suponen que Macri dijo eso para que no lo acusen de "aliancero". Pero otros aseguran que, si gana, los radicales van a quedar con poquito. Nadie sabe a ciencia cierta.

Aclaremos acá que, hoy por hoy, Macri es un aspirante real a la Casa Rosada. No estámos hablando de un trasnochado, sino de un tipo que posiblemente sea presidente a fin de año. Lo que está en juego no son un par de bancas, es una posibilidad seria. Por eso las pasiones.

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Ahora bien, por esos caminos transita la que hoy se perfila como principal coalición opositora en la Argentina. Tienen problemas internos a poco de haberse coaligado.

En ese contexto, vamos con la tercera cosa. Soy bastante amigo de los comerciantes de mi barrio. Hay uno con el que suelo quedarme charlando. Y en una charla reciente, surgió, como no, el tema del tráfico. El comerciante en cuestión empezó a ensayar una queja sobre lo mucho que lo importuna el Metrobús de Cabildo y, dirigiéndose a Macri, dijo "este h... de p..." y se detuvo. Inmediatamente se corrigió: "Bueno, no tanto, porque los otros son más h...de p..."

Creo que acá se ve patente lo que para mi es un error del oficialismo: lograron lucir "más malos" que los opositores, al menos para una cantidad notable de gente. La endeblez del principal espacio opositor hoy por hoy los hace lucir medio incompetentes, quizás. Pero menos malos. Menos malvados.

No evalúo el fenómeno. Lo describo, y ni siquiera se si lo describo bien.






miércoles, 18 de marzo de 2015

Ni en el mio, ni en el tuyo

No es necesario explicar la influencia que Estados Unidos tiene en las instituciones internacionales de crédito. El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo son, principalmente, organismos liderados (se podría decir coaccionados) por el país del norte.

Ahora bien, el Congreso de los Estados Unidos viene posponiendo desde hace tiempo medidas que serían clave para darle a China y a otros países mayor participación en dichas instituciones, en desmedro de sus aliados, que solían ser más poderosos pero que en la actualidad se ven sobrepasados por China.

Por eso China decidió hacerse un banco propio. El enlace es en inglés, pero básicamente señala la intención de generar un Banco Asiático de Infraestructura e Inversión (Asian Infraestructure Investment Bank, AIIB).

Uno puede pensar lo que guste de China. Pero es la segunda economía más grande del mundo. Y muchos creen que puede ser la primera en no mucho tiempo. Debería tener más poder en las instituciones multilaterales de crédito. Pero no lo tiene.


Entonces se arma uno.


¡Quilombo! Claro, a los organismos tradicionales les rompe los esquemas tener a un rival enfrente. Alguien que les diga "no quiero tu plata". Pero ese era solo el inicio.

Los aliados europeos de Estados Unidos empezaron a mirar con buenos ojos al AIIB. Decidieron sumarse. Inglaterra, Francia, Alemania, Italia. Todos pidieron un lugarcito, y USA no pudo hacer nada para detenerlos.

Desde el país del norte hicieron lo que siempre: amenazaron. "Espero que antes de firmar los compromisos finales, cualquiera que preste su nombre para esta organización se asegure de que la gobernancia sea apropiada" dijo Jack Lew, secretario del Tesoro norteamericano.

Lo más cómico lo dijo un analista, Tom Miller, del grupo de investigación independiente Gavekal Dragonomics de Pekín: "Desde Zambia hasta Liberia, desde Sudán del Sur hasta Myanmar, su política de colaborar con gobiernos sospechosos resulta contraproducente".


O sea: No te dejo meter baza en mi banco. No te dejo armar el tuyo. Amenazo a los que si se quieren sumar. Y además te critico por colaborar con "gobiernos sospechosos", olvidando convenientemente la colaboración con incontables regímenes dictatoriales a lo largo de la historia.

Podría ser una joda, si no fuese tan dolorosamente cierto.